
Meditaciones Gerenciales
El gerente no puede perderse en algo ajeno a si mismo. Necesita entender que las organizaciones son diseños que adquieren forma y sentido en manos de gerentes-personas. Si los gerentes directivos no diseñan una visión de crecimiento, terminan desmotivando al personal comprometido, disponible veinte y cuatro horas, atrapándolo con el atractivo del sueldo o con los viajes, las reuniones, almuerzos y cenas, pero quitándole el espíritu y la lealtad. Las empresas no se transforman, si los directivos, los gerentes no se transforman.
La vida de un gerente no se limita a la empresa. Cada mañana, el gerente se enfrenta a si mismo, a su pareja, a sus hijos. Tiene otras necesidades y a cada una le debería dar atención y seguimiento. Para eso se necesita tiempo y espacio, retirarse a la soledad a meditar, a tomar conciencia para atenderse a si mismo, a sus necesidades, algo que durante el día, tendrá que ponerlo todo a un lado para ser consciente que a pesar de todas las limitaciones, él es persona, con derechos y responsabilidades. Si hablamos de responsabilidades, la primera es permanecer en contacto consigo mismo, sabiendo lo que quiere y hacia dónde va. Después tendrá que enfrentarse a la soledad, a las incongruencias propias y ajenas de cada día y a mantener el coraje y la pasión de vivir. Lo aterrador de la gerencia es sentirse solo, que el jefe lo quiere todo de inmediato y a su manera, que los compañeros no le dan importancia, que la pareja no entiende, ni le importa, que los hijos no saben...que él mismo duda acerca de la efectividad de cuanto hace. La intimidad de un gerente ha quedado invadida por lugares comunes: stress, cansancio, reuniones familiares, con amigos, juegos, tragos, cenas, halagos o adulaciones que invitan a la incongruencia.
El gerente no puede perderse en algo ajeno a si mismo. Necesita entender que las organizaciones son diseños que adquieren forma y sentido en manos de gerentes-personas. Si los gerentes directivos no diseñan una visión de crecimiento, terminan desmotivando al personal comprometido, disponible veinte y cuatro horas, atrapándolo con el atractivo del sueldo o con los viajes, las reuniones, almuerzos y cenas, pero quitándole el espíritu y la lealtad. Las empresas no se transforman, si los directivos, los gerentes no se transforman.
La vida de un gerente no se limita a la empresa. Cada mañana, el gerente se enfrenta a si mismo, a su pareja, a sus hijos. Tiene otras necesidades y a cada una le debería dar atención y seguimiento. Para eso se necesita tiempo y espacio, retirarse a la soledad a meditar, a tomar conciencia para atenderse a si mismo, a sus necesidades, algo que durante el día, tendrá que ponerlo todo a un lado para ser consciente que a pesar de todas las limitaciones, él es persona, con derechos y responsabilidades. Si hablamos de responsabilidades, la primera es permanecer en contacto consigo mismo, sabiendo lo que quiere y hacia dónde va. Después tendrá que enfrentarse a la soledad, a las incongruencias propias y ajenas de cada día y a mantener el coraje y la pasión de vivir. Lo aterrador de la gerencia es sentirse solo, que el jefe lo quiere todo de inmediato y a su manera, que los compañeros no le dan importancia, que la pareja no entiende, ni le importa, que los hijos no saben...que él mismo duda acerca de la efectividad de cuanto hace. La intimidad de un gerente ha quedado invadida por lugares comunes: stress, cansancio, reuniones familiares, con amigos, juegos, tragos, cenas, halagos o adulaciones que invitan a la incongruencia.
De venta en:
|