Ser Familia | Sinopsis
Ser familia es la experiencia de las experiencias. La primera experiencia humana de contacto y de intimidad de alta resolución entre los humanos. Para quienes forman parte del “triángulo genético” padre-madre-hijo, es todo: ser, crecer, aprender, amar, dar, recibir, comunicarse. El triángulo es donde se aprenden todos los mapas, valores, creencias para la vida.
Si el triángulo está conformado, las miles de interacciones que tienen lugar entre los que conforman el triángulo serán sanas y efectivas, y producirán vida. Si el triangulo se empobrece, se rompe, las interrelaciones se empobrecen, se rompen. Si se cultiva y desarrolla se asientan los mil procesos necesarios para una vida útil y plena.
Si se destruye, se destruyen muchos procesos y se convierte en el sistema humano más destructivo de cuantos conocemos, un campo sembrado de paradojas y confusiones para la negación de unos y otros.
Cuando todos los miembros de una familia son conscientes de sus triángulos y comparten proyecto para el desarrollo de todos, no hay mejores aliados.
La familia es un sistema de alta sensibilidad, donde la ambigüedad, la variabilidad mal manejada, produce confusión y rupturas en la expresión de sentimientos y afectos, con un alto costo para todos. Todos los padres del mundo de una manera u otra tienen la intención de ser buenos padres y de amar a sus hijos, pero si carecen de la claridad del aprecio y del contacto, poco harán para triangular a sus hijos, para vincularlos al todo, y para convertirlos en ciudadanos – personas orientadas hacia el crecimiento.
Ante estos diversos escenarios, los padres no pueden quedar reducidos a pañales y a esquemas morales de cómo ser buen padre. Un “padre efectivo”, y sólo de eso se trata en este libro.
Ser familia es la experiencia de las experiencias. La primera experiencia humana de contacto y de intimidad de alta resolución entre los humanos. Para quienes forman parte del “triángulo genético” padre-madre-hijo, es todo: ser, crecer, aprender, amar, dar, recibir, comunicarse. El triángulo es donde se aprenden todos los mapas, valores, creencias para la vida.
Si el triángulo está conformado, las miles de interacciones que tienen lugar entre los que conforman el triángulo serán sanas y efectivas, y producirán vida. Si el triangulo se empobrece, se rompe, las interrelaciones se empobrecen, se rompen. Si se cultiva y desarrolla se asientan los mil procesos necesarios para una vida útil y plena.
Si se destruye, se destruyen muchos procesos y se convierte en el sistema humano más destructivo de cuantos conocemos, un campo sembrado de paradojas y confusiones para la negación de unos y otros.
Cuando todos los miembros de una familia son conscientes de sus triángulos y comparten proyecto para el desarrollo de todos, no hay mejores aliados.
La familia es un sistema de alta sensibilidad, donde la ambigüedad, la variabilidad mal manejada, produce confusión y rupturas en la expresión de sentimientos y afectos, con un alto costo para todos. Todos los padres del mundo de una manera u otra tienen la intención de ser buenos padres y de amar a sus hijos, pero si carecen de la claridad del aprecio y del contacto, poco harán para triangular a sus hijos, para vincularlos al todo, y para convertirlos en ciudadanos – personas orientadas hacia el crecimiento.
Ante estos diversos escenarios, los padres no pueden quedar reducidos a pañales y a esquemas morales de cómo ser buen padre. Un “padre efectivo”, y sólo de eso se trata en este libro.
- Toma conciencia de sí mismo y de su compromiso en la formación de mapas, de valores y de competencias de su hijo.
- Hace contacto: ve, toca, besa, escucha, huele a su hijo, enseña a su hijo a crear una intimidad y aprender las competencias para la vida.
El padre o la madre efectivo es el que da la mano al hijo y lo lleva al crecimiento a través de múltiples experiencias: separación, pérdida, tristeza, dolor, rabia, miedo, alegría, para que sean personas competentes en la vida. La vocación de ser padre nace cuando se decide tener un hijo y se asume la responsabilidad por ese hijo. Un hijo nunca podrá quedar en manos de la escuela, del maestro, de la comunidad, de los gobiernos, ni de la ideología.Junto al nombre, los padres entregan al hijo los mapas y valores, las normas y reglas básicas, las costumbres, hábitos y comportamientos que una vez instalados en su cerebro lo conducirán al éxito o al fracaso, y lo convertirán en un genio o en un imbécil.
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